Rian McGinley, Somewhere place |
X
nearer:breath of my breath:take not they tingling
limbs from me:make my pain their crazy meal
letting they tigers of smooth sweetness steal
slowly in dumb blossoms of new mingling:
deeper:blood of my blood:with upwardcringing
swiftness plunge these leopards of white ream
this pith of darkness:carve an evilfringing
flower of madness on gritted lips
and on sprawled eyes squirming with light insane
chisel the killing flame that dizzily grips.
Querying greys between mouthed houses curl
thirstily. Dead
stars stink. dawn. Inane,
the poetic carcass of a girl
e.e.cummings, Tulips
and Chimneys
(X
más cerca:
aliento de mi aliento: no apartes de mí tus estremecedores
miembros:
convierte mi dolor en su loco alimento
dejando que tus
tigres de suave dulzura entren
lenta y
furtivamente en las flores mudas de la nueva unión:
más profundo:
sangre de mi sangre: con rapidez
que se humilla
orgullosa zambulle esos leopardos de blanco sueño
en la gozosa
carne de mi miedo: dilata más nítidamente
esta esencia de
oscuridad: labra una
flor de locura
ribeteada de maldad sobre unos apretados labios
y sobre unos
ojos tumbados que se agitan con frenético brillo
cincela la llama
asesina que prende con vértigo.
Interrogantes
grises entre gesticulantes casa
sedientas.
Huelen mal las estrellas muertas. amanecer. Leve,
el poético
esqueleto de una chica.)
Copié para ti el
poema de cummings, tulipanes y chimeneas, esto es lo que siento: la llama asesina que prende con vértigo.
Un hambre demasiado abierta, de ti, de todo lo no-yo que eres tú. He estado
leyendo rimas de Cavalcanti: amo como él, no como Dante, aquí reside el centro
de mis trabajos. Y el poema de cummings, que dice tan exactamente cómo:
Más cerca. Más profundo. Sangre. No
apartes de mí. Leopardos de blanco sueño. Carne de mi miedo. Lenta y
furtivamente. Convierte mi dolor. Apretados labios. Gozosa. Estremecedores
miembros.
Tú. No es
posible tenerlo todo de ti. Mirarte fue como contemplar un paisaje nevado en
pleno invierno. Te acercas a mí con delicadeza, con tu quedo caminar de nieve
cayendo. Eres la nieve blanca, fría, espejo, quieta, silencio. Nadie puede ver
la hierba verde y viva debajo, un manto de sueño la guarda y todos se embelesan
en el milagro de luz inmóvil, en la superficie. Sólo tus ojos asoman. Ayer ibas
vestido de gris y tus ojos relucían de ese modo. Yo te miro y doy vueltas a tu
alrededor enajenada, rodeando el único pozo que queda en medio del desierto. Tú
que tienes el agua de la lucidez. Yo la desmesura y la impaciencia. No.
He de
purificarme en la larga espera, en la imperceptible ascensión que late en la
sangre y deja siempre un rastro amargo y salado en la lengua, porque tan
preciada es la sustancia de la serenidad. Tan escasa. Una lentísima
destilación, la recolección de la savia en un pinar infinito y poblado sólo por
el viento. Y así es como, poco a poco, acontece la cristalización de la gracia,
y por fin, el don último del encuentro. Aguardo desde ahora muy callada el
tesoro de tu aliento y de tus miembros, ya no más distintos de los míos, cuando
penetremos en la esfera de los mudos.
.
.